La mayor parte del microbioma se encuentra en el intestino, pero existen distintas comunidades microbianas en la piel y en la boca, la nariz, los pulmones y el tracto genital.

El microbioma humano tiene funciones importantes en el mantenimiento de la homeostasis (equilibrio interno), y la interrupción de la colonización microbiana de un bebé tiene efectos sistémicos que pueden influir en la salud más adelante en la vida, promoviendo potencialmente el desarrollo de autoinmunidad, alergias, enfermedades metabólicas e incluso cáncer.

El diálogo cruzado entre el microbioma de la piel y el sistema inmunitario influye (y es influenciado por) órganos distantes como el intestino, los pulmones y el cerebro. El microbioma de la boca también puede exacerbar enfermedades en sitios distales, como el cáncer colorrectal, el asma, la artritis reumatoide y las enfermedades cardiovasculares.

Si una población microbiana se ve interrumpida por antibióticos o una dieta baja en fibra, entonces los patógenos pueden ganar ventaja, lo que resulta en una infección e inflamación sistémica.

Comprender los mecanismos de comunicación cruzada entre un huésped y su microbiota, debería ofrecer una visión más integral de la salud humana que algún día contribuirá a prevenir y tratar un espectro de enfermedades.

Una reciente edición especial de Science analiza la comprensión actual de los diversos microbiomas humanos y lo que queda por descubrir
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Ilustración: Kellie Holoski/Science