La lo largo de la pandemia de COVID-19 se han documentado alteraciones en la salud mental en las personas durante la infección activa con SARS-CoV-2. Sim embargo, las consecuencias a largo plazo son menos claras.
Se realizó una revisión sistémica de 33 estudios, involucrando un total de 6743 participantes que reportaran síntomas de ansiedad generalizada, depresión, trastorno de estrés post traumático (TEPT) o trastornos del sueño al menos un mes después de presentar COVID-19, con el fin de investigar la salud mental a largo plazo.
La mediana de edad de los participantes de los estudios fue de 57.8 años con un 63% de hombres y un 37% de mujeres. Los resultados fueron evaluados de 1 a 6 meses luego de la infección con SARS-CoV-2.
Ansiedad:
Se evaluó la ansiedad en 3431 personas con casos leves a moderados de COVID-19 y en 309 personas con casos graves de COVID-19. El 17.52% de las personas con casos leves a moderados experimentaron síntomas de ansiedad levemente graves y el 19.03% de las personas con casos graves de COVID -19 experimentaron al menos síntomas leves de ansiedad.
Los hallazgos de ansiedad fueron comparables con los de la población en general. Los resultados fueron comparables a estudios similares realizados en público en general durante la pandemia, lo que indica una ansiedad a largo plazo relativamente limitada en pacientes con COVID-19. El análisis de sensibilidad reveló una disminución de la ansiedad en un seguimiento mayor a tres meses luego de la infección. En general la evidencia presentada no sugiere aumento significativo de la ansiedad luego de la infección por COVID-19.
Depresión:
Se evaluó la depresión en 4935 personas con casos leves a moderados de COVID-19 y 309 personas con casos graves. El 18.85% de las personas con casos leves a moderados presentaron al menos síntomas leves de depresión, mientras que para aquellos con casos graves de COVID-19, el 20.39% experimentaron al menos síntomas leves.
Los estudios de cohortes seguidos por más de tres meses luego de la infección tuvieron la mitad de prevalencia de depresión en comparación con las que fueron seguidas por menos de tres meses, reportando una prevalencia de 10,36% y 20,84% respectivamente.
Similar a la ansiedad, las puntuaciones medias de depresión para cada estudio indicaron niveles leves o nulos. La prevalencia combinada de todos los estudios que informaron depresión no fue más alta de lo que se esperaría en el público en general durante la pandemia de COVID-19. Dos estudios informaron una baja prevalencia de trastornos del estado de ánimo, y otros estudios afirmaron que la ansiedad y la depresión a largo plazo en pacientes con COVID-19 son similares a los niveles previos a la pandemia. El análisis de sensibilidad mostró una reducción a la mitad de la prevalencia de la depresión en estudios con un seguimiento más prolongado.
Trastorno de estrés post traumático (TEPT):
Se evaluó el TEPT en 3405 personas con casos no graves de COVID-19 y 200 personas con casos graves. La prevalencia de TEPT fue del 17.68% en personas con casos no graves de COVID-19 y 19% en aquellas personas con casos graves.
La prevalencia del TEPT en estudios de cohortes con seguimiento de más de tres meses fue ligeramente superior a la del seguimiento de menos de tres meses en 18,99 % y 12,19 %, respectivamente.
La baja prevalencia no respalda una asociación entre COVID-19 y el TEPT a largo plazo. El análisis de sensibilidad reveló una disminución en la prevalencia de TEPT con un seguimiento más prolongado.
Trastornos del sueño:
Se evaluó el sueño en 1454 personas con casos leves a moderados de COVID-19 y en 30 personas con casos graves de COVID-19. La prevalencia de alteraciones del sueño fue del 36.59% en personas con casos laves a moderados de COVID-19 y 40% en los casos graves, aunque en este último caso, los participantes indicaron que las alteraciones en el sueño que experimentaban no incluían dormir mal. La prevalencia fue comparable con las alteraciones de sueño generales en la población a principios de la pandemia.
La aparición de algunos síntomas relacionados a la salud mental luego de padecer COVID-19 puede ser el resultado de la infección misma. Los estudios de coronavirus anteriores, modelos animales y análisis cerebrales post mortem de pacientes con COVID-19 proporcionan evidencia de que el SARS -CoV-2 puede penetrar la barrera hematoencefálica. Una vez en el cerebro, el virus puede desencadenar una respuesta inmune que resulte en la secreción de interleucinas, factor de necrosis tumoral y óxido nítrico. Estos se han relacionado con trastornos del estado de ánimo y trastornos del sueño, lo que proporciona algunos indicios de mecanismos neurológicos a través de los cuales la infección viral puede tener efectos causales en la aparición de trastornos psiquiátricos.
Es posible que los factores psicosociales indirectos puedan ser el mecanismo principal de cualquier aumento del nivel de ansiedad y depresión. Se ha demostrado que los factores ambientales externos, como las medidas de cuarentena y confinamiento introducidas durante el inicio de la pandemia, actúan como factores de riesgo de trastornos psiquiátricos. Además, se ha demostrado que los factores psicológicos, sociales y relacionados con el trabajo están asociados a consecuencias en la salud mental. Esto hace que el mecanismo de los efectos psiquiátricos sea complejo y difícil de desentrañar.
A partir de los resultados de este estudio, los datos actuales parecen indicar una asociación limitada entre el seguimiento a largo plazo después de la infección por SARS-Cov-2 y los trastornos psiquiátricos. Esto sugiere que el aumento global de las secuelas en la salud mental es más probable que se deba a factores psicosociales que a un efecto directo a largo plazo del virus.
En conclusión, la mayoría de los estudios informaron ansiedad, depresión y trastornos del sueño a corto plazo después de COVID-19. Sin embargo, los síntomas a más largo plazo coincidieron con los de la población general, lo que sugiere que el deterioro podría atribuirse a los efectos indirectos de los factores psicosociales de la COVID-19.
Referencia:
Nicole Wallbridge Bourmistrova, Tomas Solomon, Philip Braude, Rebecca Strawbridge, Ben Carter. Long-term effects of COVID-19 on mental health: A systematic review. Journal of Affective Disorders, Volume 299, 2022, Pages 118-125, ISSN 0165-0327. DOI: https://doi.org/10.1016/j.jad.2021.11.031
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