Los lunares surgen de las células que fabrican el pigmento que da color a nuestra piel (y que aumenta cuando nos bronceamos). Este pigmento se denomina melanina y las células que lo producen se llaman melanocitos. De ahí el nombre de ‘nevus melanocíticos’ y su color, en la gama del marrón.

Suelen aparecer, por lo general, en la primera década de la vida (hacia los 4 años). Posteriormente, aumentan en número hasta los 35 o 40 años y la mayoría desaparecen espontánea y paulatinamente a partir de los sesenta años.

¿Lunar benigno o melanoma?

El problema de los lunares, independientemente de que los consideremos estéticos o no es que muy ocasionalmente pueden degenerar a cáncer de piel, es decir, pueden malignizar.

El cáncer de piel que deriva de los melanocitos se denomina melanoma. Este puede aparecer sobre un lunar previo o sobre piel normal. Cuando el melanoma es muy pequeño, aunque aparezca sobre piel sana, también puede parecer un lunar.

Señales para identificar un posible melanoma

El método más conocido es el de la regla del ABCDE. Implica controlar las características de nuestros lunares según:

  • (A) Asimetría. La mitad de un lunar no es igual a la otra
  • (B) Bordes irregulares. Los bordes son desiguales, borrosos o pocos definidos
  • (C) Color. Pigmentación no uniforme
  • (D) Diámetro. El lunar mide más de seis milímetros
  • (E) Evolución. Identificar si hubo cambios en el color, tamaño, forma o espesor

Ante cualquier cambio es vital consultar inmediatamente a un dermatólogo.