La respuesta inicial se debe a lo que se llama respuesta inmune innata. Se activa tan pronto como las células notan que has estado expuesto a cualquier material extraño, desde una astilla hasta un virus. Su objetivo es eliminar al invasor. Los glóbulos blancos llamados neutrófilos y macrófagos viajan hacia el intruso y trabajan para destruirlo. Esta primera línea de defensa tiene una vida relativamente corta, horas o días.

La segunda línea de defensa tarda de días a semanas en ponerse en marcha. Es la respuesta inmune adaptativa de larga duración. Se basa en las células T y B del sistema inmunológico que aprenden a reconocer invasores particulares, como una proteína del coronavirus. Estas células inmunes son las que reconocerán al enemigo y comenzarán a generar los anticuerpos que lo derribarán.

Cuando recibes la vacuna lo que estás notando al primer o segundo día es parte de la respuesta inmune innata: la reacción inflamatoria de tu cuerpo.

La respuesta varía de persona a persona y cuán dramática sea la respuesta inicial no necesariamente se relaciona con la respuesta a largo plazo.