El VIH – virus de la inmunodeficiencia humana – ataca el sistema inmunitario y debilita las defensas contra muchas infecciones y determinados tipos de cáncer que las personas con un sistema inmunitario sano pueden combatir.

A medida que el virus destruye las células inmunitarias e impide el normal funcionamiento de la inmunidad, la persona infectada va cayendo gradualmente en una situación de inmunodeficiencia.

La fase más avanzada de la infección por el VIH se denomina SIDA, síndrome de inmunodeficiencia adquirida, que en ausencia de tratamiento y en función de la persona, puede tardar muchos años en manifestarse.

Las personas con VIH que reciben tratamiento antirretrovírico (TAR) y han suprimido la carga vírica no transmiten el VIH a sus parejas sexuales.

El acceso temprano al TAR y el apoyo para continuar el tratamiento son por tanto cruciales, no solo para mejorar la salud de las personas con el VIH, sino para prevenir la transmisión del virus.

El VIH puede detectarse mediante pruebas de diagnóstico rápido que ofrecen resultados el mismo día.