A través de cientos de estudios se ha descubierto que practicar la gratitud aumenta las emociones positivas, reduce el riesgo de depresión, aumenta la satisfacción y la resiliencia frente a eventos estresantes de la vida.

El problema es que la gratitud no siempre es algo natural. Los aspectos negativos ocupan más nuestra atención que los aspectos positivos. Robert Emmons, un destacado científico experto en gratitud, sostiene que desarrollar intencionalmente una perspectiva de agradecimiento nos ayuda a reconocer las cosas buenas de nuestras vidas.

Al convertir la gratitud en un hábito, podemos comenzar a cambiar el tono emocional, creando más espacio para la alegría y la conexión con los demás. Investigadores han identificado una serie de prácticas para cultivar la gratitud. Muchas se recopilan en el sitio web del Greater Good Science Center, Greater Good in Action (GGIA) y ofrece los mejores ejercicios basados en la investigación para fomentar la felicidad, la bondad, la conexión y la resiliencia
https://ggia.berkeley.edu/?_ga=2.28637180.1518665240.1606742484-934253619.1606742484#filters=gratitude