Cada vez hay más evidencia que sugiere que más allá de la fase aguda de la infección por SARS-CoV-2, las personas con COVID-19 podrían experimentar una amplia gama de secuelas postagudas, incluida la diabetes. Sin embargo, los riesgos y la carga de la diabetes en la fase postaguda de la enfermedad aún no se han caracterizado de forma exhaustiva. En esta línea, un estudio de cohorte realizado por Xie Y y Al-Aly Z tuvo como objetivo examinar el riesgo postagudo y la carga de diabetes incidente en personas que sobrevivieron más de un mes después de contraer la enfermedad.

En este estudio se utilizó las bases de datos nacionales del Departamento de Asuntos de Veteranos de EE. UU. para crear una cohorte de 181.280 participantes que dieron positivo en la prueba de COVID-19 entre el 1 de marzo de 2020 y el 30 de septiembre de 2021; un grupo de control contemporáneo (n=4.118.441) con participantes inscriptos entre el 1 de marzo de 2020 y el 30 de septiembre de 2021; y un grupo de control histórico (n=4.286.911) con participantes inscriptos entre el 1 de marzo de 2018 y el 30 de septiembre de 2019. Ambos grupos de control no tenían evidencia de infección por SARS-CoV-2. Los participantes en los tres grupos no padecían de diabetes antes de ingresar a la cohorte y fueron seguidos durante una mediana de 352 días.

En la fase postaguda de la enfermedad, las personas con COVID-19 exhibieron un mayor riesgo y exceso de carga de diabetes y de uso de antihiperglucemiantes incidente que los participantes del grupo control contemporáneo, y los mismos aumentaron de forma graduada según la gravedad de la infección (si los pacientes no estaban hospitalizados, estaban hospitalizados o si habían ingresado en cuidados intensivos). Todos los resultados fueron consistentes en los análisis utilizando el control histórico como categoría de referencia.

En base a los resultados este estudio demostró que las personas que habían tenido COVID-19 tenían aproximadamente un 40 % más de probabilidades de desarrollar diabetes hasta un año después que los pacientes del grupo control. Eso significó que, por cada 1000 personas estudiadas en cada grupo, aproximadamente 13 personas más en el grupo de COVID-19 fueron diagnosticadas con diabetes. Casi todos los casos detectados fueron diabetes tipo 2, en la que el cuerpo se vuelve resistente o no produce suficiente insulina. Incluso las personas que tenían infecciones leves y sin factores de riesgo previos para la diabetes tenían mayores probabilidades de desarrollar la afección crónica. A su vez, la posibilidad de desarrollar diabetes aumentó con el aumento de la gravedad de la enfermedad: las personas que fueron hospitalizadas o admitidas en cuidados intensivos tenían aproximadamente el triple de riesgo en comparación con las personas de control que no tenían COVID-19.

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